ALIMENTACIÓN COHERENTE, LO MÁS ALINEADO A TÍ
Alimentación coherente
Comer de forma coherente no tiene que ver con contar nutrientes, sino con alinear lo que comes con cómo te sientes.
Es la capacidad de escuchar al cuerpo antes que a la mente, de atender el cansancio, las emociones y el contexto.
La coherencia no se impone; se practica.
Y se cultiva cuando te das el permiso de no comer siempre “perfecto”, pero sí siempre con conciencia.
Una alimentación coherente no sigue dogmas ni etiquetas.
No busca ser “vegana”, “realfooder” o “fit” solo por identidad.
Busca autenticidad.
Busca equilibrio.
Busca coherencia contigo, no con el discurso del momento.
Hay días en los que un plato vegetal y fresco sienta como un abrazo,
y otros en los que el cuerpo pide pan, chocolate o un guiso caliente.
Y ambos pueden ser nutrición si los eliges desde la calma y no desde la culpa.
El problema no está en los alimentos, sino en cómo nos relacionamos con ellos.
Cuando el comer se llena de normas, la comida deja de nutrir y pasa a controlar.
Pero cuando soltamos el juicio, podemos empezar a conectar de nuevo con el hambre, la saciedad y el placer de comer.
Comer coherentemente también implica reconocer tus límites:
descansar cuando el cuerpo está cansado,
no forzar el hambre cuando no aparece,
y dejar espacio para el disfrute sin castigo.
En el fondo, comer con coherencia es un acto de honestidad.
De mirar hacia dentro antes de decidir qué poner en el plato.
De hacerte preguntas simples como:
¿Esto me cuida o me castiga?
¿Lo elijo por placer o por miedo?
Y con cada elección honesta, se construye algo más grande que una dieta:
una relación sana con la comida y contigo.
La alimentación coherente no busca perfección,
busca paz.
Y en esa paz está la verdadera nutrición.